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Desnaturalizar y no responsabilizar a las víctimas

12-06-2020

A propósito de los últimos hechos públicos referidos a situaciones de Explotación Sexual Comercial de niños, niñas y adolescentes

GURISES UNIDOS, en tanto Organización No Gubernamental que trabaja por la defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes, tiene un rol fundamental en la prevención y atención de las diversas situaciones de violencia que pueda vivir esta población tanto en Uruguay, como en la región.

Desde sus comienzos, nuestra institución ha priorizado sus acciones hacia aquellos niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad social. Es así que desde distintos proyectos hemos abordado diversas situaciones de violencia y vulneración de derechos, como el maltrato, la situación de calle, y el trabajo infantil, por nombrar algunas de las múltiples problemáticas que enfrentan. A su vez, el trabajo sobre las temáticas de género, sexualidad, el buen trato y la prevención de la violencia sexual han sido líneas de trabajo permanentes con esta población

Fue en este contexto que comenzamos a identificar con asiduidad las situaciones de calle fuertemente relacionadas a la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA). Las mismas se encontraban asociadas a un escenario de vulnerabilidad en el que prima el intercambio como forma de satisfacer necesidades básicas de la vida cotidiana como la alimentación, la vestimenta y la protección. Es así que esta problemática aparece instalada como una forma de sobrevivencia de carácter inmediato para la satisfacción de estas necesidades básicas. Asimismo, estas situaciones aparecen vinculadas a adultos presentes en el escenario próximo a donde se encuentran los niños, niñas y adolescentes, constituyéndose éstos, por su propia situación de extrema vulnerabilidad, en potenciales víctimas para las situaciones de explotación sexual comercial.

¿Qué es la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y adolescentes?

Este fenómeno es una modalidad de violencia sexual entendida como “Todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo.” (Krug, 2003:161, OMS)1

La violencia sexual supone una distribución desigual de poder en el marco de relaciones sociales, sustentada en inequidades socialmente construidas en función del género, la generación, la situación socioeconómica entre otras, y el abuso por quien se encuentra en la posición dominante respecto del otro.

En palabras de Dilacio, Giorgi y Varela (2012), “La ESCNNA es una violación de los derechos humanos fundamentales de los niños, niñas y adolescentes. No es un trabajo ni una actividad voluntaria de libre elección. Las personas menores de edad que desarrollan estas actividades no están ahí porque quieren o porque les gusta; son víctimas de una forma moderna de esclavitud…”2

Las dos últimas décadas han sido determinantes en la definición y comprensión del fenómeno de la ESCNNA, tanto a nivel nacional como internacional.

A simple vista, y como en otros temas, el Uruguay parece sentirse exonerado de convivir con algunos asuntos, guardando una suerte de ilusión de que es un problema “de otros y en otros lugares”. Se tiende a desestimar la existencia del problema; sin embargo, investigaciones precursoras y diversas experiencias de trabajo de campo dan cuenta de la existencia de situaciones de explotación en nuestro país.3

El marco normativo que penaliza la ESCNNA en Uruguay tiene como fuente diversos marcos regulatorios nacionales e internacionales: los que sancionan todas las formas de discriminación hacia las mujeres; los específicos de infancia (como la CDN, CNA uruguayo); los referidos a migraciones y crimen organizado y los de violencia sexual -especialmente hacia las mujeres.

Desnaturalizar una problemática existente

La Explotación Sexual Comercial hacia niños, niñas y adolescentes es una de las formas más graves de vulneración de sus derechos, ya que genera daños a nivel físico, psíquico y social. Las expresiones que ha tenido la temática en la región en los últimos años han permitido avanzar en la visibilidad de la problemática, la extrema vulneración de derechos que ella implica y la necesidad de generar articulaciones interinstitucionales para su abordaje.

Por lo tanto, desnaturalizar es el primer desafío: considerar que se trata de una problemática existente en Uruguay y hacerla visible en los diversos ámbitos en los cuales se manifiesta.

En este sentido, consideramos que todavía no existe una mirada entrenada para identificar estos casos; y en general, sigue camuflada entre otras muchas situaciones de violencia y vulneración de derechos.

Estas situaciones son confundidas, por ejemplo, con otras formas de violencia sexual como el abuso sexual. A veces, la explotación sexual queda escondida detrás de “etiquetas” de comportamientos adolescentes (la forma de andar o de vestirse, por ejemplo), deslizando la responsabilidad hacia la víctima y no hacia el explotador. Confluyen, por tanto, responsabilidades públicas y privadas, individuales y colectivas, en la generación de mecanismos para que adultos responsables (operadores, referentes, familiares) puedan prevenir o detectar la ESCNNA. Por lo tanto, resulta fundamental seguir construyendo herramientas de prevención, detección y abordaje, para que sea un tema que pueda ser social y legalmente reconocido, sancionado y erradicado.

Entre los elementos que aparecen asociados a la etiología del fenómeno se encuentran:

La falta de reconocimiento de los Derechos de la Niñez, basados en relaciones de poder jerárquicas e inequitativas. Esto trae como consecuencia la vulneración de Derechos que sufren los niños/as y adolescentes. Asimismo, sigue arraigada la idea de dominación (“dueñez”), en términos generales, de los/as adultos/as sobre niños, niñas y adolescentes. A pesar de los enormes esfuerzos por educar y reivindicar otras voces, este modelo sigue vigente generando una tolerancia condescendiente sobre las situaciones de explotación sexual.

Modelos de género dominantes, como plantean Salas Calvo y Compos Guadamuz (OIT/IPEC 2004:28) “Los patrones de socialización patriarcales y machistas legitiman la demanda de ‘servicios sexuales’ como una práctica normal e, incluso, valorada socialmente (…) Para entender la sexualidad masculina debemos entender la forma como se construye y socializa la masculinidad. Es menester recordar que esta condición de género está constituida por una serie de mandatos, exigencias y demandas que se le hace a los hombres particulares; obviamente que la sexualidad no está fuera de este esquema de vida”. Es por ello que se identifica que persisten modelos hegemónicos de género y generaciones, donde las pautas de socialización se naturalizan, donde los varones adultos tienen el “derecho” (cuando no el “deber”) de consumir los servicios o favores sexuales a demanda.

Las situaciones de pobreza. Estas situaciones en general, se concentran en aquellos/as niños/as que viven en situación de exclusión respecto a servicios básicos tales como: salud, educación, vivienda, protección integral, entre otras. Es frecuente que aparezcan asociadas a situaciones de calle, al trabajo infantil y adolescente, al abuso sexual y a la violencia. Estos aspectos contribuyen a velar el fenómeno y naturalizarlo como forma de sobrevivencia o “forma de vida”, legitimando la ESC como modo de obtención de recursos materiales y económicos como forma de aportar al sustento familiar, acceder a bienes de consumo y la generación de sentimientos de pertenencia, identidad y reconocimiento social.

Las representaciones sociales sobre los comportamientos esperados o aceptados de los niños, niñas y adolescentes, pero especialmente de los/as adolescentes y principalmente quienes se encuentran en situación de pobreza. Los prejuicios sobre sus comportamientos grupales o la forma de vestirse y su sexualidad dan pistas sobre el lugar donde colocamos las responsabilidades. La extrema vulneración de derechos de los/as adolescentes, la falta de acceso a servicios básicos de protección, la representación de la adolescencia como peligrosa y causante de los mayores problemas de inseguridad en nuestra sociedad, entre otros, son algunos ejemplos de cómo la adolescencia es percibida. En relación específicamente a la ESC es diferente la percepción de la explotación sexual de niños y niñas que la de los y las adolescentes. En los primeros se ve como una situación donde el adulto debe ser sancionado y castigado. Sin embargo, cuando la situación involucra a adolescentes, más que una estrategia vinculada al trabajo y a la sobrevivencia, la ESC se percibe como una forma de obtención rápida de recursos, perdiéndose el enfoque de derechos y culpabilizándolos de la situación. Esto impide la posibilidad de visualizarlos/as como sujetos víctimas de una situación de explotación por parte del mundo adulto, construyéndose así una imagen donde la previa vulneración de derechos transforma la ESC en una posibilidad o alternativa esperada para ellos/as.

Ante un fenómeno de estas características, invisibilizado y que fácilmente tiende a responsabilizar a las víctimas, es fundamental resaltar que cuando se da una vulneración de derechos de este tipo, siempre, el responsable y el que comete el delito es el ADULTO. Tal cual lo establece la ley.

Lic. Psic. Fernanda Caballero y Diego Pailos*


* Coordinadores de Gurises Unidos, responsables del proyecto En Ruta para el abordaje de la Explotación Sexual Comercial hacia niños, niñas y adolescentes. Coautores y coordinadores de la investigación Explotación Sexual Comercial hacia niños, niñas y adolescentes en Uruguay (Gurises Unidos, Fundación Telefónica-Movistar e Instituto de Estadística de la Universidad de la República).

  1. Informe mundial sobre la violencia y la salud. Washington, D.C., Organización Panamericana de la Salud, Oficina Regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud, 2003. Editores: Etienne G. Krug, Linda L. Dahlberg, James A. Mercy, Anthony B. Zwi y Rafael Lozano.
  2. Dilacio, Giorgi y Varela, 2012 Estrategia regional de lucha contra la trata y el tráico de niñas, niños y adolescentes para fines de explotación sexual en el MERCOSUR. Pag. 182 en Revista Psicología, Conocimeinto y Sociedad 2.
  3.  Por mas información ver en Explotación sexual comercial hacia niños, niñas y adolescentes en el Uruguay: dimensiones, características y propuestas de intervención” Cap. 4.

Artículos de prensa sobre la temática

Gurises Unidos: Problemática de explotación sexual (Arriba Gente, Canal 10)

Crece explotación sexual de niños (El País)

Niños, niñas y adolescentes como mercancía (Sudestada)

No debería tener precio (la diaria)

Medir lo abominable (Brecha)


Noticias

Trabajo infantil en Uruguay: Algunas reflexiones desde la sociedad civil

30-06-2017

Por Emilio Bonetti*

En Uruguay se han realizado tres estudios que buscaron estimar la incidencia del trabajo infantil. El último es de 2010 y en él se estima que 91.790 niños, niñas y adolescentes se encuentran en situación de trabajo infantil incluyendo el trabajo desarrollado por niños, niñas y adolescentes  dentro del hogar (INE/OIT).

Son muchos y muchos los no relevados.

Los estudios sobre opinión pública prestan especial importancia a los valores y las creencias porque estas pueden ofrecer información sobre la predisposición de las personas a la acción. En nuestra sociedad aún predomina la idea de que las generaciones más jóvenes tienen una aversión al esfuerzo y por lo tanto al trabajo.

No es lo mismo creer que un adolescente no estudia porque no tiene ganas, que constatar que no lo hace porque dedica muchas horas al cuidado de sus hermanos o tiene que cuidar su casa.

Sabemos que el sostenimiento educativo es un factor que garantiza el retraso del ingreso al mundo del trabajo. Sabemos que cuanto antes ingresan al mundo del trabajo lo hacen en peores condiciones.

No es necesario profundizar en definiciones muy sofisticadas acerca de lo que es y lo que no es el trabajo infantil. Alcanza con identificar qué actividades o bajo qué condiciones se produce un obstáculo para el desarrollo integral de los niños, niñas y adolescentes. Las organizaciones de infancia y adolescencia contamos con información valiosa. Observamos como  diariamente un número significativo de ellos asumen responsabilidades que los exceden, para contribuir con la dinámica familiar, ejerciendo un rol de cuidado o buscando sobrevivir en la más absoluta soledad.

Pero un niño nunca está solo. Simplemente se generaron las buenas  condiciones para la discrecionalidad o la explotación.

Según la bibliografía especializada una política pública supone decisiones, acciones y coherencia para resolver un problema políticamente definido.

Además supone información que en este tema es necesario actualizar.

El sistema político debería tomar nota y ponerlo en agenda, para orientar las reformas y para desarrollar políticas.

Esto, claro, si existe voluntad de cambio.

 

*Emilio Bonetti, Coordinador de Gurises Unidos.  Lic. en Trabajo Social y Diplomado en Ciencia Política por la Universidad de la República Oriental del Uruguay (UDELAR). Desde 2006 Operador Social de la organización Gurises Unidos, Uruguay.